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La Política Sexual de Reinaldo Arenas

Realidad, ficción y la verdadera historia de la revolución cubana
Por Jon Hillson, Los Angeles, 22 de marzo del 2001
http://www.seeingred.com/

La trayectoria de los derechos de los homosexuales en Cuba ha sido objeto de desinformación y mala información desde hace décadas. Los esfuerzos previos por los enemigos de Cuba para usar las deficiencias del gobierno en los años 60 y 70 en esta área se vieron coronados con el “documental” de Néstor Almendros Conducta Impropia, producido en 1984 y lleno de fabricaciones, distorsiones y verdades a medias. Pero la campaña comenzó a irse a pique debido a los significantes cambios que se dieron en Cuba. Esta evolución está simbolizada en la película de Tomás Gutiérrez Alea: Fresa y Chocolate (estrenada en Estados Unidos en 1994) en la que se critican aspectos dogmáticos del Partido Comunista de Cuba e impugnan los prejuicios en contra de los homosexuales.

Sin embargo, ahora vuelve Antes que Anochezca, la mañosa y biónica hija de Conducta Impropia, como un intento de resucitar la cruzada anticubana de su precursor desacreditado. Pero no nos sorprende. Mientras que los ideólogos de la ultraderecha simplemente niegan los logros irrefutables de la Revolución, los enemigos más astutos del gobierno cubano durante mucho tiempo han visto en su política hacia los homosexuales una oportunidad para atacarlo. Esto sirve a la campaña central de Washington contra Cuba —la supuesta violación de los “derechos humanos” por parte del gobierno— campaña que comenzó prácticamente con la victoria de la Revolución y continúa sin pausa desde entonces.

La ampliación de los derechos de los homosexuales en Cuba en la última década y media —y el fin a la política más onerosa hacia los homosexuales quince años antes— es corolario a la ampliación de los derechos del pueblo trabajador en la isla. Más y más tabúes se han desmoronado frente al creciente debate y la discusión sobre temas políticos, económicos y culturales.

Un estudio de estos procesos será muy útil para aquellos que quieran esclarecer y responder a las interrogantes de Antes que Anochezca, particularmente los aspectos de la homosexualidad.

LA REVOLUCIÓN CUBANA TRAJO LA LIBERTAD

Los resultados liberadores de la primera Revolución Socialista en América crearon un clima de libertad sin precedentes en Cuba. Reformas profundas —empezando por el desmantelamiento de la policía secreta de Batista, hasta la abolición de las leyes racistas— desató un florecimiento del arte, la cultura y la música, y el acceso popular a éstas. A medida que las prioridades de los trabajadores y los pobres del campo asumían un papel más importante, nació un movimiento de liberación de la mujer. Esto desafió la realidad y el legado de la opresión y discriminación de la mujer, así como su estatus de segunda clase. Los centros infantiles se convirtieron en un derecho. Se relajaron dramáticamente las severas leyes del divorcio. Para 1963, la ley contra el aborto se abolió y el derecho a la libertad de reproducción se institucionalizó.

Aunque estos cambios radicales afectaron a los homosexuales, la revolución cubana no llevó a cabo las medidas innovadoras que realizaron los bolcheviques durante los primeros meses de la revolución rusa. Es más, hubiera sido prácticamente imposible que la nueva generación que tomó el poder en 1959 supiera de dichos avances.

MEDIDAS INNOVADORAS DE LA REVOLUCIÓN RUSA

En diciembre de 1917, el régimen soviético eliminó las leyes reaccionarias en contra de los homosexuales de la tiranía zarista. Esta acción sin precedentes fue resultado del lanzamiento de nuevos programas y políticas destinadas a la emancipación del sexo femenino. El doctor Grigorii Batkis, Director del Instituto de Higiene Social de Moscú, en 1923 escribió en su libro La Revolución Sexual en Rusia “La relación del derecho soviético al ámbito sexual se basa en el principio de que las demandas de la gran mayoría del pueblo corresponden y están en armonía con las conclusiones de la ciencia contemporánea”.

Explicó que “La legislación soviética se basa en el siguiente principio: La absoluta ausencia de interferencia del estado y la sociedad en asuntos sexuales, mientras nadie sea lesionado y mientras los intereses de la persona no sean usurpados ni invadidos... la legislación soviética trata a [las practicas homosexuales] exactamente igual que la llamada relación sexual ‘natural’. . Todo tipo de práctica sexual es asunto privado”. [énfasis en el original]

“La Revolución [de Octubre] no dejó en pie ningúna de las viejas leyes despóticas e infinitamente no científicas; no siguió el camino de la legislación reformistas burguesa, la cual, con sutilezas jurídicas, todavía mantiene el concepto de propiedad en el campo sexual y en última instancia exige que la doble moral siga imponiéndose sobre la vida sexual. Estas leyes siempre ocurren al ignorar a la ciencia”, explica el doctor Batkis. Repitiendo la teoría y la práctica bolchevique, el doctor colocaba la liberación de la mujer en el derrocamiento de las relaciones de propiedad capitalistas y la sobreexplotación del sexo femenino dentro de dicho sistema.

“No hay sociedad en el mundo entero que tenga estas metas, cuyos problemas no han sido confrontados por ninguna revolución previa”, escribió Batkis.

RETIRADA CONTRARREVOLUCIONARIA SOBRE LOS DERECHOS HOMOSEXUALES

La política contrarrevolucionaria liderada por Stalin que coronó a la reacción burocrática a finales de 1920 y principio de los años 30, necesariamente atacó los aspectos más progresistas de la ley soviética para consolidar su dominio indiscutible. A medida que este régimen conservador consolidaba sus privilegios y beneficios expulsando a los trabajadores del actuar político, y del gobierno, desarticulaba la libertad artística y literaria, reducía los logros críticos obtenidos por las mujeres y daba carácter oficial a restricciones políticas, culturales y sociales. Stalin intervino personalmente para criminalizar la homosexualidad en 1934, imponiendo una condena federal de 5 años de prisión por actos consensuales entre hombres adultos. En 1935, para consagrar aún más las normas de la “nueva familia” el gobierno ilegalizó al aborto, el cual había sido legalizado en los primeros meses del régimen revolucionario.

El notable novelista ruso Máximo Gorki, reducido a servir de cómplice o señuelo de la casta gobernante, anunció en un folleto subvencionado por el estado que “en los países fascistas, la homosexualidad, que arruina a los jóvenes, florece sin ningún castigo. En el país donde el proletariado ha obtenido audazmente el poder, la homosexualidad ha sido declarada como un crimen social y es severamente castigada”. Todo esto definía la posición “comunista” respecto a los homosexuales: un lastimoso eco de la reacción y prejuicio capitalista, expresada en vocabulario marxista.

La seudo ciencia estalinista mantenía que la homosexualidad era una manifestación de la “decadencia burguesa” y una “degradación de la moral”. Freud, quien aconsejó que la homosexualidad era un fenómeno sexual que ocurría naturalmente, fue proscrito. En la URSS las mujeres que tenían múltiples partos eran retribuidas con dinero y condecoradas con medallas. Hasta 1971, la recién publicada Gran Enciclopedia Soviética, definía a la homosexualidad como “una perversión sexual que consiste en una atracción antinatural entre personas del mismo sexo. Ocurre en los dos sexos. Los estatutos penales de la URSS, los países socialistas y hasta algunos estados burgueses, penalizan la homosexualidad”. Y esto, después de que la rebelión de Stonewall en la ciudad de Nueva York en 1969 se convirtiera en el inicio simbólico del movimiento moderno por la liberación homosexual. Hasta 1973 esto fue también la perspectiva, en palabras más “científicas”, de la asociación de siquiatras más prestigiosa en los Estados Unidos.

Fue en el contexto de esta “ortodoxia” que los revolucionarios cubanos alcanzaron su mayoría de edad, en los años 50, al adoptar el marxismo, primero en el Partido Socialista Popular pro moscovita, el cual accedió a también tomar las armas en el último año de la guerra revolucionaria. Su liderazgo y miles de cuadros representaron un componente importante en la serie de grupos revolucionarios que surgieron después de la toma del poder en 1959, culminando en la formación del Partido Comunista de Cuba en 1965. Este proceso llevó a la nueva generación a establecer relaciones con la URSS, China y el “movimiento comunista mundial”. Fue a través de este lente distorsionado que vieron la marcha de la historia y la última palabra sobre cuestiones que antes estuvieron en disputa. Fue en este año del 2001 que la asociación de siquíatras de China abandonó su posición histórica que la homosexualidad es una enfirmidad.

Para alcanzar una posición “en armonía con las conclusiones de la ciencia contemporánea”, los jóvenes revolucionarios cubanos enfrentarían la tarea titánica de limpiar un camino en medio de la basura del “marxismo oficial” en todos los campos, buscando una vía hacia las ideas emancipadoras y las experiencias del joven régimen soviético, dirigido por el partido bolchevique de Lenin. Estos fructíferos debates, documentos, resoluciones y archivos de los acontecimientos fueron sepultados por los infalibles comisarios del “socialismo desarrollado”. Sus instructores, catecismos y manuales —reforzados por los golpes de garrotes y botas— no permitieron ninguna pregunta, peor aún oposición.

Careciendo de toda conexión viva con la más avanzada posición científica de las primeras generaciones de revolucionarios, los militantes cubanos surgieron en un entorno internacional en el cual la homosexualidad era severamente reprimida en el llamado mundo desarrollado, un tabú incalificable en el Tercer Mundo y condenada como un crimen contra la naturaleza por quienes, en nombre del comunismo, tenían las riendas del poder en el resto del planeta.

CUBA NO ES INMUNE A LA REALIDAD

No se podía esperar que la revolución cubana ni entonces ni en retrospectiva, diera un salto por sí sola sobre tan grandes obstáculos históricos e internacionales. Es más, algunos —por ignorancia o demagogia, o ambos— identificaron la homosexualidad masculina con la pornografía y la comercialización del sexo endémico en La Habana antes del triunfo de la revolución. La atracción al sexo homosexual ilícito era un componente de la industria de la prostitución que esclavizaba y explotaba cerca de 100 000 mujeres (en una población de seis millones de habitantes) para servir al negocio del turismo, convertiendo a La Habana en el burdel más grande del Caribe. El negocio del sexo encasilló perfectamente junto a otros negocios lucrativos como los casinos, el juego y la droga; elementos soeces que embadurnaron a Cuba.

Tomará tiempo y será necesario llevar a cabo luchas para resolver las contradicciones entre el contenido profundamente progresista de los cambios realizados colectivamente por el pueblo cubano, por un lado y, por el otro, la homofobia. Este fenómeno se basa en la poderosa combinación del machismo (con sus cimientos en las relaciones sociales y económicas del capitalismo colonial) y el atraso cultural que refleja, reforzado por la reacción clerical y el oscurantismo de la Iglesia Católica. Todo esto apuntalado por la tutela “científica” de Moscú.

Mientras que se aceptaba que “un homosexual” podía tener “una correcta posición política”, Fidel Castro dijo al periodista norteamericano Lee Lockwood en una entrevista extensiva en 1965 (publicada como el libro Cuba de Castro, Fidel de Cuba) “nunca hemos creído que un homosexual pueda personificar las condiciones y requisitos de conducta que nos permita considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero comunista. Una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista”.

“Pero sobre todo”, continuó el dirigente cubano, “no creo que nadie tenga una respuesta definitiva sobre la causa de la homosexualidad. Creo que debemos considerar cuidadosamente este problema. Pero seré sincero y diré que los homosexuales no deben ser permitidos en cargos donde puedan influenciar a los jóvenes”. El dirigente cubano hizo este planteamiento en el contexto de “las condiciones en las que vivimos” —cuando todavía la huella de Bahía de Cochinos y la Crisis de Octubre estaba viva— y la necesidad de “inculcar en nuestros jóvenes el espíritu de disciplina, de lucha, de trabajo. Esta actitud quizá no sea correcta, pero es nuestra sincera opinión”.

UNIDADES MILITARES DE AYUDA A LA PRODUCCIÓN (UMAP)

Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) fueron iniciadas en 1965 por el gobierno cubano. En ellas se basa Antes que anochezca para alegar generalizados arrestos de homosexuales. Soldados y policías cubanos llevaron a miles de supuestos delincuentes, desde homosexuales y lesbianas hasta Testigos de Jehová, a campamentos de trabajo para cumplir con obligaciones militares que el gobierno consideraba que no se podían realizar en las fuerzas armadas. El proyecto de las UMAP, al modo de explicación, se llevó a cabo en el contexto más amplio de una movilización militar en toda la isla de casi todos los ciudadanos aptos para ser entrenados en la defensa militar. Se impuso esta necesidad con base en la experiencia cubana con la invasión de Bahía de Cochinos patrocinado por Estados Unidos, el apoyo de Washington para las bandas terroristas en las montañas del Escambray y la amenaza del ataque nuclear por parte de Estados Unidos durante la “crisis de los misiles” –- de octubre, 1962 —unos años antes. Además, en la primavera de 1965, Washington envió a más de 20 000 soldados para aplastar una rebelión popular en la vecina Republica Dominicana.

Los deberes de la UMAP se enfocaron principalmente en la zafra de la caña de azúcar. A diferencia de otras iniciativas del gobierno, poco se habló en la prensa cubana sobre las UMAP. De todos modos este programa fue objeto de protestas en Cuba por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), así como por importantes aliados internacionales de la revolución.

Los cubanos entrevistados por el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal entre 1970 y 1971 en su caluroso libro, En Cuba (dedicado “al pueblo cubano y a Fidel”), hablan libremente en oposición a la UMAP y algunos opinan sobre su abolición en 1967. Un joven poeta miliciano dijo a Cardenal: “Yo estuve allí [en las UMAP]... no como preso sino como miliciano. Sí, carcelero digamos. Yo vi los malos tratos, pero solo hacíamos guardia. A Fidel le contaron lo que allí había. Una noche asaltó una posta de guardia y la capturó y se metió dentro, como que fuera preso, para ver qué trato les daban. Se acostó en una hamaca. Los presos dormían en hamacas. Los despertaban golpeándolos con sables; o si no, les cortaban las cuerdas de la hamaca. Cuando uno de los guardias levantó el sable se encontró con la cara de Fidel; casi se muere.” El joven describió otros abusos que Fidel observó. “Esa es otra de las hazañas de Fidel”, dijo, “Fidel es el hombre de los asaltos [visitas inesperadas]”.

Castro “suprimió” los campos, dijo el miliciano a Cardenal, pero “nadie los menciona”. Otro joven que trabajó en el campamento explica que a pesar de la experiencia “nosotros, en el UMAP descubrimos que la revolución y el UMAP eran separables. Y nos dijimos: no nos iremos de Cuba, para hacer que esto malo no sea malo... A los tres años terminó el UMAP con el discurso de Fidel”.

Un “joven marxista revolucionario” contó una historia a Cardenal. “A cien jóvenes de la Juventud Comunista se les quitó su carnet y toda otra identificación y fueron entregados como presos al UMAP. A ver cómo los trataban. Fue una operación secretísima. Ni sus familiares supieron de este plan de la JC. Ellos después contaron lo que les hicieron. Eso hizo que el UMAP acabara”.

“Consideramos que [UMAP] fue una cosa realmente triste en la historia de Cuba”, dijo Monika Krause, una de las pioneras sexólogas de la Cuba revolucionaria, en una entrevista con la revista Gay Community News, de Boston. “Fue una expresión de ignorancia de una inexplicable aversión a la homosexualidad. Creemos que ha sido una obligación de nuestro sistema cambiar esas actitudes que llegaron a crear las UMAP. Porque en una sociedad socialista no puede haber discriminación”.

LA “REVOLUCIÓN SEXUAL” DE ARENAS

En contraste, Arenas afirma en la película que su círculo luchó contra la represión “teniendo sexo”.

En su libro, describe una conversación con un compañero —después de un viaje a la Isla de Pinos, donde afirma que tuvieron sexo con “todo un regimiento”— donde los dos “hacen un inventario de los hombres con los que habíamos dormido hasta ahora, esto fue por 1968. Llegué a la conclusión, después de complicados cálculos matemáticos, que he tenido sexo con cinco mil hombres aproximadamente”. Su amigo llegó a una cifra similar. Ellos no fueron “los únicos que se dejaron llevar por este tipo de furia erótica: todo el mundo lo hizo: los reclutas [de las Fuerzas Armadas] quienes pasaban meses de abstinencia, y toda la población”. (Todo esto, mientras que alega que un supuesto pogromo arrasaba toda la isla en contra de los hombres homosexuales).

“Creo”, escribió Arenas, “que la revolución sexual en realidad fue el resultado de la represión sexual existente”. Puesto que este dato muy valioso sugiere un interés político de Arenas, está equivocado desde cualquier óptica.

EMANCIPACIÓN DE LA MUJER

La revolución sexual en Cuba comenzó con la lucha por emancipar a la mujer de siglos de opresión, explotación y atraso, forjado por el colonialismo y la dependencia del país de la metrópolis imperialista. El paso decisivo de este proceso fueron los esfuerzos por incorporar a las mujeres en actividades económicas productivas. La ocupación de la mujer antes de 1959 fue principalmente como campesinas superexplotadas o en la servidumbre doméstica o en los burdeles o las casas de juego que eran propiedades de inversionistas estadounidenses y de la mafia. Al forjar la independencia económica para las mujeres, se empezó a liberarlas del matrimonio obligatorio y de su aislamiento y opresión en el hogar, centro de su trabajo “gratuito”.

En este contexto, el nuevo gobierno abolió el mercado del sexo, cerró los prostíbulos e inauguró un programa especial para educar y entrenar a las prostitutas cubanas para que tuvieran un empleo efectivo. Prohibió la pornografía, ley que se mantiene hasta hoy día. El divorcio pasó a ser un procedimiento sencillo para obtener y el control de la natalidad, como otros medicamentos, pasó a ser gratuito. Cada vez mas, los matrimonios informales pasaron a ser paralelos a los matrimonios civiles, y los hijos de esas uniones—o los hijos de padres solteros— recibían un trato equiparado del gobierno. En la actualidad en Cuba no existen niños “bastardos”. Este concepto reaccionario fue reemplazado con la responsabilidad social sobre el cuidado de los niños, además de crear condiciones y la conciencia que eliminó la definición de mujer, esposa y niño como propiedad de los hombres.

La creciente confianza que las mujeres cubanas tienen de sí mismas se manifiesta en las misiones internacionalistas: desde la alfabetización en las montañas de Nicaragua frente a las amenazas de los contras, hasta la participación en combates en Sudáfrica contra las tropas del apartheid. Hoy, más de la mitad de los 1.1 millones de miembros de las Milicias Territoriales, las fuerzas de defensa nacional de Cuba, son mujeres. Indiscutiblemente, los antiguos estereotipos y estructuras sexuales y de género han sucumbido ante estos progresos revolucionarios. Es más, han menguado las expresiones de violencia contra la mujer, basadas en miles de años de opresión, tales como son las violaciones y abusos físicos, las cuales han declinado cualitativamente y son dramáticamente más bajas que en cualquier otro lugar del mundo.

La batalla por la igualdad de la mujer está respaldada por la revolución y se lucha en el contexto de forjar una nueva ética de solidaridad humana en la construcción de una sociedad libre. Da un enfoque más agudo al objetivo de la lucha que comenzó en las montañas de la Sierra Maestra: crear nuevos hombres y mujeres que se transforman en la acción de liberar a su país y a ellos mismos. Estos esfuerzos permanentes han integrado como socios insustituibles a la ciencia y la educación en la lucha para confrontar y vencer los prejuicios, que incluyen cuestiones sexuales.

En su lucha por la igualdad, las mujeres cubanas y sus aliados, inicial e inevitablemente tuvieron que afrontar resistencia en una gama de cuestiones como empleos en trabajos tradicionalmente reservados para hombres y la “doble carga” del trabajo doméstico y el empleo, y además en el ámbito de la libertad sexual. “La participación de la mujer en la revolución fue una revolución dentro de la revolución”, dijo Fidel Castro en una reunión de la dirigencia de la Federación de Mujeres Cubanas en 1966, “y si nos preguntaran cuál es la cosa más revolucionaria que la revolución está haciendo, diríamos que es precisamente esto, la revolución que está ocurriendo entre las mujeres de nuestro país”.

En el transcurso de dicha movilización política y lucha, se han creado nuevos valores a medida que la sociedad se ha transformado, la cual es una meta establecida por la dirigencia central de la revolución.

Esto ha generado una moralidad que va mucho más allá de la “ética” que rige las relaciones humanas en cualquier otro país. Los logros que plasman estos principios centrales forman el marco para la expansión de los derechos homosexuales. (Muchos de los desafíos que las mujeres emprendieron y vencieron en esta temprana etapa de la nueva sociedad están documentados en Las Mujeres y la Revolución Cubana, una colección hecha por Elizabeth Stone en la que incluye importantes discursos y documentos; y Mujeres Cubanas Ahora, de Margaret Randall, que narra una serie de experiencias personales y luchas políticas de mujeres.) Ciertamente, la batalla por la emancipación de las mujeres no está precisamente terminada. Pero se la está librando con un pueblo con una conciencia política más avanzada y en un estado de derechos más elevado que en cualquier otro país del mundo.

PROMISCUIDAD O LA AUTOESTIMA

Para Arenas, la lucha por la liberación de la mujer no existió. Un sinnúmero de encuentros sexuales (en su caso, entre hombres) —la cantidad siendo el único criterio— es una versión compartida por muchos autoproclamados defensores de la “revolución sexual”. Esta definición ha servido solamente para vaciar el concepto de su esencia histórica y cuajar su contenido social y revolucionario en una búsqueda sin pausa por la satisfacción sexual individual, como el objetivo central de la vida. No hay nada progresista acerca de esto. Es la respuesta pornográfica a la represión sexual que deshumaniza ambos géneros, independientemente de la orientación sexual. Contrariamente al axioma de auto indulgencia del poeta William Blake, el “camino de los excesos” no “conduce al palacio de la sabiduría”. Las consecuencias de este tipo de creencias están documentadas en el innovador libro sobre la pandemia del SIDA llamado Y la Banda Continúa Tocando [And the Band Played On], por Randy Shilts.

El credo sexual de Arenas era lo contrario a lo que la revolución quería inculcar en los hombres y mujeres libres quienes han descubierto sus talentos y capacidades como respuesta a los complicados desafíos: autoestima. La liberación sexual humana emancipada de los grilletes de normas represivas, requiere de un punto de partida tan digno como para negar los fetichismos alienantes y abusivos que definen el sexo y la sexualidad.

LOS ORÍGENES DE LA IDEOLOGÍA SEXISTA

La ideología patriarcal, producto milenario, tuvo como su génesis el triunfo de los hombres sobre las mujeres en la batalla por el excedente de la producción social. Esta histórica derrota del matriarcado puso a la familia en el centro del ascenso de la propiedad privada y el estado, como lo describe Federico Engels en Los Orígenes de la Propiedad Privada, la Familia y el Estado.

“Lo que podemos suponer actualmente sobre la regulación de las relaciones sexuales después de la inminente desaparición de la producción capitalista es, principalmente, de carácter negativo, limitado mayormente a lo que desaparecerá”, escribió Engels. “¿Pero qué se añadirá? Esto será decidido por el desarrollo de una nueva generación: una generación de hombres que nunca en su vida tuvieron la ocasión de comprar la entrega de una mujer ya sea con dinero o con otros medios de poder social; y de mujeres que nunca se han visto obligadas a entregarse a ningún hombre sin otra consideración que no sea amor verdadero, o de no entregarse a su amado por miedo a consecuencias económicas. Una vez que estas personas aparezcan, no tendrán que preocuparse por las cosas que nosotros creemos que deben hacer. Ellos establecerán su propia práctica y su propia opinión pública, de acuerdo a eso, con la práctica individual de cada uno y ese es el fin de esto”.

La obligación económica de casarse, la subordinación de la mujer al aislamiento de las monótonas labores domésticas no remuneradas y deberes “maternos”, y el domino sobre ellas por el patriarca, son las bases materiales de la ideología sexual que las oprime, una ideología que necesariamente coloca a la homosexualidad más allá de lo intolerable. La ideología en contra de los homosexuales—basada en el dogma religioso, en una ciencia falsa, o ambos—sirve para reforzar el papel procreador de la mujer. La represión, las presiones sociales, violencia, y hasta tortura, se utilizan para imponer dicha ideología. Supuestamente para defender la “civilización” —es decir— para mantener las normas culturales opresivas de la sociedad burguesa.

En épocas de crisis del capitalismo, esta ideología reaccionaria necesita de un chivo expiatorio homosexual, así lo hacen las organizaciones ultra derechistas y fascistas al atacar al homosexualismo como una fuente de crisis social, a pesar de que su verdadero blanco es la clase trabajadora y su cohesión. Así, en Estados Unidos, el fanatismo anti homosexual fue un elemento clave de la plataforma de “primero América” del ultra derechista y candidato a la presidencia, Patrick Buchanan, por parte del Partido de la Reforma. Buchanan es un destacado enemigo del derecho al aborto, la acción afirmativa y los “extranjeros ilegales”.

El carácter emancipador de “la revolución sexual” se determina en la medida que entendemos y afrontamos estos temas, ya que inevitablemente es producto de luchas más amplias, de luchas revolucionarias más decisivas para derrocar al capitalismo y comenzar con la construcción del socialismo.

ARENAS REINVENTADO

En una reseña publicada en el periódico español El País, sobre el libro Antes que Anochezca (Autobiografía), el escritor cubano anticomunista Guillermo Cabrera Infante, apunta elogiosamente: “Hay tres pasiones que rigieron la vida y la muerte de Reinaldo Arenas: la literatura (no como un juego, sino como un fuego que consume), el sexo pasivo, y la actividad política. De las tres, la pasión dominante fue evidentemente, el sexo. No sólo en su vida, sino también en su trabajo. Fue un cronista de un país ya no regido por el impotente Fidel Castro, pero por el sexo. Vivió una vida que comenzó y terminó efectivamente en lo mismo: desde el principio un largo, continuo acto sexual”. Como otras personas que han renegado a Cuba, Cabrera Infante se obsesiona con la figura de Castro para negar la base popular de la revolución, sin la cual Fidel y la dirigencia de la cual es parte, hubieran sido derrocados hace muchísimo tiempo. Entrevistado en Conducta Impropia, Cabrera Infante afirmó que el trato que en Cuba se le dio a los homosexuales era similar a la exterminación Nazi de los judíos en Auschwitz.

Aunque Arenas se deleitaba de su destreza y avaricia sexual, Schnabel, sabiendo que actualmente esa promiscuidad es mal vista, por arte de magia sanea la vida de Arenas. El director restaura los frenéticos actos sexuales anónimos como algo dulce, la lujuria mohína matizada con una inocencia campestre.

ARENAS COMO ESCRITOR

En 1967 fue publicada la novela de Arenas, Celestino antes del Alba (Singing from the Well), que fue premiada en 1963 y aún se consigue en Cuba. Su trabajo fue bien recibido por Alejo Carpentier, una figura clave en la emergente escuela del realismo mágico, cuyo trabajo influyó en la obra de Gabriel García Márquez. Pero a diferencia de Carpentier, Arenas tomó una trayectoria que lo puso en un camino de enfrentamiento no sólo con las políticas erróneas en el nombre de la revolución, sino con la lucha del pueblo cubano por su liberación, la cual encontraría solución a tales prácticas. Si Arenas hubiera sido capaz de ceñirse a este complejo proceso, su talento —que se expone en trabajos vibrantes como La Vieja Rosa, el cual evoca de alguna manera al joven García Márquez y el novelista extraordinario portugués José Saramago— quizás se hubiera inoculado del debilitante veneno de la obsesiva amargura que definió y deformó sus últimos trabajos. Es solo años después de su muerte y con la promoción de la nueva película que él ha sido “redescubierto” por los críticos sofisticados del imperio como un “gran escritor”. Casi todos sus libros fueron publicados de nuevo este año, gracias a la función que tiene el autor: enemigo “culto”, gay y por lo tanto muy útil en la campaña implacable de Washington en contra de la revolución cubana. Pero en su vida real nunca fue capaz de darse cuenta, como lo hizo el joven cubano que trabajó en el campamento de UMAP y que explicó a Ernesto Cardenal que “la revolución y UMAP eran seprables. Y dijimos: no nos iremos de Cuba, para hacer que esto malo no sea malo.”

EJEMPLOS DE RESISTENCIA Y RENUNCIA

La vida y el lugar de José Lezama Lima, autor de lo que se considera la mejor novela cubana, Paradiso —quien fue atacado en los 1960 por diversos críticos de pacotilla por ser “disidente” y por el tema homosexual implícito de su lírica— también representa una alternativa a Arenas, a pesar que la película trata de pintarlo como un enemigo cosmopolita de la revolución. Lezama Lima, que era homosexual, defendió al gobierno cubano y a Fidel Castro en conversación con Ernesto Cardenal en 1970, cuando decía que no era un “animal político”. Lezama Lima permaneció en La Habana hasta su muerte. Un miembro joven del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba me dijo el año pasado que él, como otros estudiantes de literatura cubana, había leído la exuberante y extraordinaria novela de Lezama Lima en la secundaria.“Es mi novela favorita”, me dijo. Recientement, se ha publicado una nueva edición de Paradiso.

“Paradiso nunca ha sido censurada”, dijo el cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea a la revista Cineaste en 1995. “Lo que pasó fue que después de la publicación del libro, toda la impresión fue retirada por tener un pasaje en uno de sus capítulos con referencias al homosexualismo. Esta acción represiva fue idiótica. Sin embargo, más tarde, el libro circuló libremente”.

Pablo Armando Fernández, quien “confesó” su supuesta debilidad ideológica con relación al caso del poeta Heberto Padilla, ya mencionado, y que por un tiempo no pudo publicar su poesía —aprendió la industria de imprenta para sobrevivir— también rechazó la tentación de abandonar su país. Ahora ha recibido los mejores premios nacionales de poesía y defiende la soberanía de Cuba en presentaciones y lectura de sus poemas en sus viajes a Estados Unidos.

Mientras tanto, Padilla emigró a los Estados Unidos en 1979 y se convirtió en mercancía arrendada de los propagandistas anticubanos. Esto, incluyó su colaboración en Conducta Impropia. En esa película, Padilla se expuso al ridículo bochornoso al decir que “la dirigencia cubana”, mientras perseguía a “hombres homosexuales” evitaba hostilidad contra las lesbianas porque éstas les “excitaban. Nada excita más a la mente cubana primitiva que dos mujeres en la cama”.

IDENTIFICACIÓN Y ANÁLISIS DE ERRORES

No obstante la partida de Padilla y su posterior evolución hacia la derecha, su maltrato —y los maltratos que recibieron otros intelectuales y artistas— fueron condenados por los líderes cubanos. Abel Prieto, presidente de la UNEAC y el miembro más joven del Buró Político del PCC dijo en una entrevista a la revista contrapunto, a mediados de 1990: “Estoy seguro que el caso de Padilla fue un error” y se refirió al exiliado como “un buen poeta”.

“La famosa autocrítica de Padilla fue una trampa ridícula en la cayeron los compañeros que participaron en eso. Gente muy valiente, revolucionaria e intelectual creyeron en esos operativos y autocrítica”, dijo Prieto. Refiriéndose al documental que se hizo en esa época aclamando las confesiones de Padilla, Prieto dijo que la película “Es muy triste, porque se asemeja a una caricatura de los procesos en Moscú”. El uso de caricatura, es la palabra clave. Después de todo, si hubiera existido en La Habana un verdadero régimen “estilo Moscú”, hoy Cuba sería como una Bulgaria tropical y la historia sería muy diferente, dejando a los pueblos del mundo en una posición mucho más difícil.

Prieto agregó que el documental, en realidad, fue una expresión de “bufonería”. No fue una historia de los acontecimientos impuestos por un estrato burocrático endurecido que tenía el propósito de expulsar a la clase trabajadora del ámbito político para asegurar, mediante el abandono de la práctica de la solidaridad internacional, su cómoda existencia.

Precisamente porque Cuba nunca fue un “satélite” de la URSS —para el eterno pesar de Washington— su dirigencia fue capaz de encabezar una lucha para adrizar la revolución cuando se iba a la deriva y ponerla sobre el rumbo original. Estos avances políticos en Cuba hacen posible comprender que el asunto de Padilla se dio, como Prieto indicó en contrapunto en “un clima de miopía o de delirio”. Abel Prieto es el actual Ministro de Cultura de Cuba.

Antes que Anochezca utiliza una voz superpuesta —que hace creer a la audiencia que es la de Fidel Castro— para justificar previos maltratos. El narrador no identificado entona las palabras de un discurso de Castro frente a los intelectuales cubanos en aquel tiempo, “dentro de la revolución, todo; fuera de la revolución, nada”. De hecho, lo que el líder cubano dijo fue sustancialmente diferente: “contra la revolución, nada”.

Precisamente cómo aplicar lo anterior siempre ha sido un tema de constante elaboración, práctica y debate: todo en un ambiente incesante de implacable hostilidad de Estados Unidos, que ha aumentado en los años 90.

PASOS HACIA ATRÁS

En 1970, tres años después del asesinato de Che Guevara en Bolivia y el posterior declive del movimiento revolucionario en América Latina, la dirección central cubana no pudo movilizar a la población en el grado suficiente para cumplir con la meta de cosechar 10 millones de toneladas de azúcar, la cual a la larga resultó ser utópica. Este revés para el régimen revolucionario cambió la correlación de las fuerzas políticas en contra de aquellas dirigidas por Fidel Castro a favor de una integración económica más profunda con Moscú. Esta decisión, y la política y cultura concomitantes a esta relación, trajeron consecuencias inesperadas. A partir de entonces, Cuba dejó a un lado su plan de lograr la autosuficiencia en la producción de alimentos a favor de integrarse al Consejo de Ayuda Mutua Económica, que federaba los planes económicos de la URSS y los países del Tratado de Varsovia.

Este fue el trasfondo del I Congreso Nacional de Educación y Cultura realizado en 1971, y no el arresto coincidental de Heberto Padilla. Fuera de Cuba, ese arresto fue criticado por figuras leales a Cuba, tales como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Jean Paul Sartre. Ellos se distinguieron de otros escritores e intelectuales quienes aprovecharon la injusticia del momento para romper relaciones con la revolución.

En su más flagrante resolución, el congreso declaró: “El carácter sociopatológico de las desviaciones homosexuales ha sido reconocido. Se resolvió que todas las manifestaciones de desviación homosexuales serán firmemente rechazadas y se evitará su propagación”. Esta proclamación dio impulso para negar empleos a los homosexuales en cualquier institución que influyera en la juventud. Así mismo, el congreso declaró que los homosexuales no deberían “representar a Cuba” fuera del país.

Esta campaña estimuló protestas en Cuba de artistas, escritores y otros, así como de partidarios de Cuba en el exterior con impecables credenciales revolucionarias. Joseph Hansen, líder veterano del Partido Socialista de los Trabajadores, quien desde los primeros días de la revolución informó con gran esmero acerca del desarrollo de este proceso y ayudó a obtener apoyo para la revolución, comentó en 1978, en la introducción a una colección de sus artículos que “la ridiculización de los homosexuales” era una “mal indicio” de problemas más profundos, pero no insuperables. Su libro se titula Dinámica de la Revolución Cubana: una Perspectiva Marxista.

Caminando por La Habana un día muy caluroso en agosto de 1980, para refrescarme entré en el vestíbulo, con aire acondicionado, de la Embajada Checa. Cuando entré vi un anuncio que decía “Desviacionismo Ideológico”, una escalofriante formulación hecha por la burocracia soviética y su norma de amalgamar, estigmatizar y prohibir su galaxia de enemigos, tanto reales como imaginarios. Allí, en una vitrina de cristal, estaba la prueba de cargo, proporcionada por el Ministerio del Interior de Cuba: una copia de La Revolución Traicionada por Leon Trotsky; una revista de la liberación de gays y erotismo homosexual y un folleto Zionista. A pesar de la agradable temperatura la sala estaba desocupada.

Afuera, muchos cubanos se preocupaban por las repetidas amenazas de Moscú en contra del movimiento sindical polaco Solidaridad. “Estamos en contra de la intervención”, me dijeron muchos de ellos, preocupados de las represalias de EEUU a dicha situación.

LA TRAYECTORIA DE ARENAS

La segunda novela de Arenas, a pesar de haber recibido una mención por méritos por la UNEAC, fue rechazada para la publicación hasta que fueran borradas las referencias a la homosexualidad. Arenas lo rechazó y comenzó a sacar clandestinamente sus libros fuera de Cuba. Fue arrestado en 1973 por abuso sexual de menores, cargo que él rechazó. Este hecho esta retratado en la película como una trampa al casto Arenas, sin ningún fundamento. Sin embargo, en sus memorias Arenas escribió sobre la ocasión en que él y un amigo “tuvieron sexo en un manglar con algunos muchachos jóvenes”.

Fue encarcelado pero se escapó, convirtiéndose en un fugitivo.

Debido a las crecientes proclamas contrarrevolucionarias de Arenas y a sus contactos con embajadas extranjeras con el propósito de enviar sus escritos fuera del país, hicieron que el gobierno cubano lo declarara agente de la inteligencia norteamericana.

Es capturado nuevamente. Su encarcelamiento aparece en la película, en una escena imaginada por Hieronymus Bosch. Arenas firma una humillante confesión y gracias al poder persuasivo de Johnny Depp, queda libre. Luego, la película se adelanta rápidamente y muestra su vida como un ocupante ilegal junto a otros cubanos descontentos hasta el año 1980, en que parte junto a los 125,000 ciudadanos por el puerto de Mariel. (En la promoción más reciente de la película se repiten las calumnias en contra de la política de Cuba durante el “éxodo del Mariel”. Antes que Anochezca no reconoce lo que Washington hizo para promover la inmigración y a la vez denegarla, algo que produjo más tensiones en la isla. Mientras 125,000 cubanos abandonaron el país, más que cinco millones marcharon en una muestra de lealtad a la revolución, una movilización nacional histórica que no existe en la película.)

Los próximos 10 años de la vida de Arenas se condensan en pocos momentos en la película.

La llegada de Arenas, y sus experiencias en Miami —mencionadas brevemente en su libro— están completamente ausentes en la película. Esto era, quizás, porque creía que esa ciudad era “una caricatura de Cuba, lo peor de Cuba”, debido a su arrogancia extremadamente machista. Para “el infierno” que era Cuba, anunció que Miami era “el purgatorio”, una proclamación que, sumada a su abierta homosexualidad, no lo congració mucho con los organizadores de la ultraderecha en el sur de la Florida. Arenas utilizó esta tensión para perpetuar el mito que él no era ni de “izquierda” ni de “derecha”, como si su preferencia sexual le permitiera trascender un juicio basado en el contenido político de sus actos.

Cuando se mudó a la ciudad de Nueva York, Arenas se convirtió en un organizador de acciones en contra de la revolución cubana. Incluyendo su propia gira de conferencias, la colaboración con Néstor Almendros en la producción de Conducta Impropia y las campañas de petición para denunciar a la “dictadura de Castro”. Todos estos proyectos, descritos con gusto en sus memorias, son suprimidos de la película.

En 1984, su cuento La Estrella que más Brilla, apareció en inglés. Está dedicada a su amigo Nelson Rodríguez Leyva, quien en 1971 detonó una granada de mano en el fallido atentado de secuestrar un avión de Cubana de Aviación a los Estados Unidos. Éste fue capturado, enjuiciado y ejecutado más tarde. Arenas aplaudió este acto armado. “A menudo pienso en ese momento cuando, granada en mano, volando sobre la isla con sus campos de concentración y cárceles, Nelson, en el aire, al fin libre, quizá por primera vez en su corta vida”.

FINAL TRÁGICO

Arenas mira brevemente la última década de su vida en los Estados Unidos, una triste reconstrucción de su vida en Cuba: anónimas e innumerables relaciones sexuales, encuentros imaginarios con “brujas”, diatribas monomaníacas contra Fidel Castro y un interminable desdén por las figuras literarias —sus rivales más famosos— que defendían a Cuba. Carlos Fuentes, vitupera, se comporta “como una computadora... el extremo opuesto de lo que consideraría ser un verdadero escritor”. Eduardo Galeano es “un hombre de paja de Fidel Castro”. Gabriel García Márquez es “un oportunista de nacimiento. Su trabajo, no sin méritos, está saturado de populismo barato”.

Sobre todo, Arenas se convirtió en una persona políticamente paranoica, viendo a lo que llamó “agentes castristas” en todas partes. La raíz de esta fobia no era su presencia, sino el hecho de que Arenas encontraba frecuentemente a defensores de Cuba en sus charlas. En vista a sus respuestas, se imaginó que recibía “amenazas de muerte de la Seguridad de Estado de Cuba” y alegó que hasta era objeto de atentados para asesinarlo, robos y allanamientos secretos de su casa.

Nada de esto, con excepción de una rápida referencia a la vida sexual de Arenas, se encuentra en la película. La película se disuelve rápidamente en la trágica soledad de su muerte, haciendo amplio uso de una licencia cinematográfica con el guión para efectos dramáticos. Lo desalojan de un apartamento. Debilitado por el SIDA, fue hospitalizado, pero por falta de seguro médico, le dan de alta y regresa enjuto a su nueva morada. Sin duda, esta es una condena de la vida infrahumana en Estados Unidos, y sirve para proteger la credibilidad de la película y sus credenciales liberales. Estos “sufrimientos del exilio” escribió Arenas en su “carta de despedida”, junto con “las enfermedades que haya podido contraer en el destierro seguramente no las hubiera sufrido de haber vivido libre en mi país”.

Arenas se suicidó. Pero el director Schnabel, aparentemente en un intento de buscar una cuota extra de simpatía, reconstruye el suicidio como un acto de eutanasia a manos de su amigo cercano Lázaro Gómez.

La predicción de Arenas desde su lecho de muerte en 1990 de que Cuba “será libre” —hizo eco a las embriagadas esperanzas de todos los reaccionarios cubanoamericanos: celebrar la primera navidad pos soviética en La Habana— demostró ser tan hueca al igual como su vida trágica ya en sus postrimerías.

En 1975, la Corte Suprema Cubana invalidó la Resolución Número 3 del Consejo de Cultura, antecesor del Ministerio de Cultura. Esta ley había sido utilizada para implantar las declaraciones contra los homosexuales del Congreso Cultural de 1971, acordando “parámetros” que limitaban el empleo de los homosexuales en el arte y la educación.

En 1975, después de extenso debate y discusión popular, Cuba adoptó su Código de la Familia. Entre otros grandes cambios, ratificó la igualdad entre hombres y mujeres para el cuidado de los niños y otras responsabilidades, institucionalizando aun más la igualdad de la mujer como una meta de la nueva sociedad.

En 1979 el nuevo Código Penal despenalizó la homosexualidad.

En 1981, el libro En Defensa del Amor, escrito por la doctora Sigfried Schnabl, se convirtió en el libro más vendido en Cuba, debido a su tratamiento franco y honesto de la sexualidad humana. “La homosexualidad”, Schnabl escribió, no es una enfermedad, sino una variante de la sexualidad humana”.

“No hay normas morales o sentimientos ‘naturales’ inherentes en la humanidad”, explicó. “La sola inclinación natural es el deseo sexual en sí; las costumbres específicas con que las personas satisfacen sus deseos y todo lo que ocurre entre los sexos es producto de una cultura específica”. Así, el legado del fanatismo o la intolerancia contra la homosexualidad en la cultura de la Cuba revolucionaria debe ser rechazado. “Sería erróneo descalificar a un homosexual [o lesbiana] por su preferencia sexual o interpretar la homosexualidad como una debilidad de carácter, algo que desgraciadamente muchas personas hacen, por ignorancia, falta de entendimiento y prejuicio”.

Al poco tiempo de esto, el Ministerio de Cultura de Cuba publicó el popular libro de Schnabl, titulado El Hombre y la Mujer en la Intimidad, en el que se dedica un capítulo entero a la homosexualidad. El libro apareció por primera vez en 1979. Enumera y rechaza toda una serie de supersticiones que supuestamente explican el origen de la homosexualidad. “Todas estas ‘teorías’, que hasta muy recientemente apoyaban ciertos especialistas”, Schnabl escribió, “no tienen ni el más mínimo fundamento científico”.

CONTRA LA DISCRIMINACIÓN HOMOSEXUAL

Los homosexuales no “sufren de homosexualidad”, explica Schnabl, “más bien, de las dificultades que resultan de su condición en la vida social”, eso es, prejuicio en contra del homosexual. Explícitamente ella se opone, en este libro publicado por el gobierno, a todas las sanciones en contra de los homosexuales.

Lo que las personas adultas hacen en privado, de mutuo acuerdo, no viola la calidad moral de la sociedad y, por tal razón, no hay necesidad de tomar acciones en su contra. Los homosexuales, como el resto de ciudadanos, merecen consideración y reconocimiento por sus logros, objetivos y conducta”, declara Schnabl.

Citando estos y otros pasajes en una respuesta a Conducta Impropia, Tomás Gutiérrez Alea, comentó en Granma, el periódico del Partido Comunista de Cuba: “Esto no quiere decir que la publicación de tan solo un libro, aunque sea muy ‘oficial’, significaría automáticamente que un fenómeno social profundamente arraigado en los siglos de nuestro pasado católico y español, desaparecerá automáticamente. Sin embargo, tal libro, donde entre otras cosas, aparece el criterio más actualizado sobre la homosexualidad, es sin duda un valioso instrumento que el estado cubano pone a disposición de aquellos que deseen hacer suya la causa de los que son discriminados, marginalizados y que se les hace sufrir opresión y prejuicio de cualquier tipo”.

El reproche de Gutiérrez a Almendros por haber falsificado conscientemente en su “documental” la duración y el carácter de la UMAP, puede aplicar a Schnabel. “Almendros conoce muy bien que las mentiras más infames pueden ser fabricadas de verdades a media”, escribió Gutiérrez. “Él conoce por ejemplo, que la UMAP, los campamentos de trabajo donde muchos homosexuales fueron llevados para pasar el servicio militar, fueron un error y acabaron en un escándalo que afortunadamente terminó con la desaparición de éstos y con una política de rectificación”. El Village Voice y The Militant reimprimieron el artículo del legendario director cubano, poco después de su publicación en Cuba.

RECTIFICACIÓN

En 1986, dirigido por Fidel Castro, el Partido Comunista Cubano realizó un profundo proceso de crítica, debate y discusión, cuyo objetivo era revisar la política económica y modo de organización laboral orientado hacia la Unión Soviética. Los valores revolucionarios cubanos habían sido corroídos tan por la burocracia, la corrupción y la inercia generada por esos métodos, que la revolución había comenzado a “salirse de su curso”, explico Castro. El propio partido, dijo Castro al Comité Central, había empezado a “echarse a perder”.

Efectivamente, esta profunda campaña de “rectificación de errores y tendencias negativas” se convirtió, como declaró el líder cubano, en “una revolución dentro de la revolución”. Su objetivo no “era solamente rectificar los errores cometidos en los últimos 10 años” reiteró Castro, “o errores cometidos a través de toda la historia de la revolución, sino que rectificación está encontrando la manera de resolver errores que vienen desde hace cientos de años”. (Dos discursos cruciales sobre el proceso de rectificación de errores se publicaron en la revista New International [410 West St., New York, N.Y.10014].)

El alcance de este proyecto sin precedentes —especialmente el momento en que los revolucionarios cubanos lo adoptaron— abrió numerosos temas para debatirlos, desde los métodos económicos que sacaron de su curso al país, hasta políticas en la cultura, las artes y las relaciones sociales.

Uno de los resultados fue darse cuenta que, no obstante el uso de Estados Unidos de la inmigración como un arma en contra de una Cuba bloqueada, las migraciones más recientes como las del Mariel, incluyeron a miles de ciudadanos —algunos de ellos homosexuales— que habían sido enajenados y maltratados por las prácticas erróneas llevadas a cabo en nombre de la revolución.

Hace más de una década entrevisté a un joven obrero cubano, conocido por sus compañeros de la fábrica como un homosexual, que salió de Cuba por Mariel “por la aventura”, dijo. Carlos, empezó rápidamente a darse cuenta lo que había dejado atrás. Vivió experiencias que eventualmente le hicieron comunicarse con la Brigada Antonio Maceo, un grupo, en Miami y Nueva Jersey, de cubanos, de nuevas generaciones que están a favor de la revolución. Regresó a Cuba de visita cuando el proceso de rectificación estaba en pleno brío y visitó la fábrica donde solía trabajar para dirigirse a una asamblea de 700 compañeros de trabajo. Mientras caminaba hacia la tribuna, los obreros se levantaron en una gran ovación.

DESAPARICIÓN DE TABÚES

Una consecuencia de la calamidad económica que sacudió a Cuba cuando la URSS y sus aliados se derrumbaron, y con ellos el 85 por ciento del comercio de la isla, fue la desaparición del aglutinante que mantenía aferrado al orgáno político de la revolución cubana, las influencias socioculturales de la Unión Soviética: cánones soviéticos “ortodoxos” y “realismo socialista” que siempre fueron ajenos al espíritu rebelde de la revolución y su dirigencia central. Ahora, cuestionamientos históricos y debates; personalidades políticas e intelectuales una vez consideradas prohibidas; o “teorías” una vez consideradas sagradas o restringidas por la “autocensura” se hicieron accesibles y abiertas a cuestionamiento, investigación y crítica. Este proceso viviente todavía no acaba.

En 1987, una nueva orden policial prohibió el acoso de personas debido a su apariencia o manera de vestir, lo cual se hacía amparándose en estatutos en contra de la conducta “ostentosa”.

En 1988, Fidel dijo en una entrevista en la televisión de Galicia, España, que “una cierta rigidez” había gobernado las actitudes sobre los homosexuales. Mientras que “Dios necesitó siete días para hacer el mundo”, explico, “tienen que comprender que para rehacer este mundo, para destruir un mundo como este que hemos tenido aquí y para hacer uno nuevo, no había mucha luz, había mucha oscuridad al principio y mucha confusión sobre una serie de problemas. Nuestra sociedad, nuestro gobierno, nuestro partido[ahora] tiene ideas más claras, más sabias e inteligentes sobre muchos de estos problemas. Debido a que podemos cometer errores, obsesivamente seguimos la idea de que lo que es justo, correcto y mejor para el pueblo, y lo que es más humano para nuestro pueblo y nuestra sociedad. Sin embargo, la meta no es fácil... Creo que cada vez nos acercamos más al criterio correcto para construir el mundo que queremos. De todos modos, creo que aún tenemos muchas faltas y que futuras generaciones tendrán que continuar perfeccionando este nuevo mundo”.

En 1992, en el congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, Vilma Espín, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), y veterana dirigente del Partido Comunista, cuestionó a un psicólogo que en una presentación planteó puntos de vista prejuiciosos sobre el homosexualismo. Espín, de acuerdo a Sonja de Vries en Cuba Update, explicó que era necesario cambiar este tipo de ideas y no la orientación sexual de los homosexuales. “La opinión de esta tan respetada revolucionaria de tantos años es una expresión significante del cambio de ideas en la dirigencia cubana”, dijo de Vries.

FIDEL CASTRO HABLA SOBRE EL TEMA

En 1992, Fidel Castro respondió a varias preguntas sobre cuestiones sexuales planteadas por el antiguo oficial del gobierno Sandinista de Nicaragua, Tomás Borge, en el libro Un Grano de Maíz. Este volumen, que abarca una serie de temas, fue publicado en La Habana. Como muchos libros en Cuba, este trabajó se agoto rápidamente y luego no se lo podía conseguir. Los comentarios de Castro son poco conocidos fuera de Cuba. Vale la pena citarlos extensamente.

“Tú hablas de discriminación sexual”, dijo el dirigente cubano a Borge, “te dije que nosotros hemos erradicado la discriminación sexual. Podría decir con más precisión que hemos hecho el máximo que puede hacer un gobierno, que puede hacer un Estado por erradicar la discriminación sexual de la mujer. Podríamos referirnos más bien a una lucha larga, que ha sido exitosa, y ha obtenido muchos resultados en el campo de la discriminación de la mujer. Pero eso no se puede afirmar de manera absoluta. Hay todavía machismo en nuestro pueblo, creo que en un nivel mucho más bajo que en cualquier otro pueblo de América Latina, pero hay machismo. Esto ha formado parte de la idiosincrasia de nuestro pueblo durante hace siglos y tiene muchos orígenes desde la influencia árabe en España hasta otras influencias de los propios españoles, porque nosotros el machismo lo obtuvimos de los conquistadores, como recibimos otros muchos malos hábitos.

“Esa fue una herencia histórica, en algunos países, más que en otros, pero en ninguno se luchó más que en el nuestro, y creo que en ninguno se alcanzaron más éxitos tangibles y prácticos que en el nuestro. Esta es real, eso lo vemos, se ve todavía y, sobre todo, entre la juventud. Pero no podemos decir que haya habido una erradicación total, absoluta de la discriminación sexual, ni podemos bajar la guardia. Hay que continuar luchando en este sentido, porque es una herencia histórica, ancestral, contra la cual se ha luchado mucho; se ha avanzado y se han obtenido resultados, pero hay que seguir luchando.

“No voy a negar que, en cierto momento, este cosa machista influyó también en un enfoque que se tenía hacia el homosexualismo. Yo personalmente —tú me estás preguntando mi opinión personal—, no sufro de este tipo de fobia contra los homosexuales. Realmente, en mi mente, esto nunca ha estado eso y jamás he sido partidario, ni he promovido, ni he apoyado políticas contra los homosexuales. Eso correspondió, yo diría, a una etapa determinada y está asociado mucho con esa herencia, con esa cosa del machismo. Trato de tener un argumento más humano y más científico del problema. Esto muchas veces se convierte en tragedia, porque hay que ver cómo piensan los padres; incluso hay padres que tienen un hijo homosexual y eso se convierte para ellos en tragedia, y uno no puede sentir sino pena porque una situación de ésas ocurra y se convierta también en una tragedia para el individuo.

“No veo la homosexualidad como un fenómeno de degeneración, sino lo veo de otra forma. El enfoque que he tenido es de otro tipo: un enfoque más racional, considerándolo como tendencias y cosas naturales del ser humano que, sencillamente, hay que respetar. Esta es la filosofía con que veo estos problemas. Creo que más bien hay que tener consideración hacia una familia que sufre esas situaciones. Ojalá que las familias mismas tuvieran otra mentalidad, tuvieran otro enfoque cuando ocurre una circunstancia de esa naturaleza. Y soy absolutamente opuesto a toda forma de represión, de desprecio, de menosprecio o discriminación con relación a los homosexuales. Es lo que pienso”.

Borges le preguntó al líder cubano si un homosexual podía ser miembro del Partido Comunista de Cuba, y Castro respondió: “Te digo que ha habido bastantes prejuicios en torno a todo eso, es la verdad, es la realidad, no lo voy a negar, pero ha habido otros prejuicios de otro tipo contra los cuales nosotros más bien centramos nuestra lucha.

“Había, por ejemplo, una forma diferente de juzgar la conducta personal del hombre y la mujer. Eso lo tuvimos durante anos en el Partido, y yo libré batallas y discutí mucho en torno a todo eso. Si se daba la infidelidad matrimonial por parte del hombre no constituía un problema, una preocupación, y en cambio se convertía en objeto de discusiones en núcleos cuando existía una infidelidad conyugal por parte de la mujer. Había una forma diferente de juzgar las relaciones sexuales de los hombres y las relaciones sexuales de las mujeres. Tuve que combatir duro, fortísmo, contra las profundas tendencias enraizadas que no eran producto de una prédica o de una doctrina elaborada sobre eso, o de una educación en ese sentido, sino todos estos conceptos machistas y prejuicios que existían en el seno de nuestra sociedad.

“Por cierto, no te contesté la pregunta del amor libre. No tengo absolutamente ninguna objeción. No sé lo que tú entiendes por amor libre. Interpretándolo como la libertad de amar, yo no tengo ninguna objeción”.

Las palabras de Castro demuestran que ha habido avances y que todavía existen desafíos. Hoy cada vez son asumidos por las generaciones nuevas de revolucionarios cubanos, muchos de los cuales han sido influenciados y educados por la lucha por la liberación de la mujer, los derechos de los homosexuales y en oposición a la violencia contra los homosexuales en el mundo entero.

PELÍCULAS REFLEJAN AVANCES

El espíritu crítico y el impacto del proceso de rectificación y el debilitamiento de las influencias soviéticas después de los hechos de 1989-90, son el trasfondo para la producción de la película Fresa y Chocolate en 1993, dirigida por Tomás Gutiérrez Alea. La amplia acogida y los debates que provocó, la convirtieron en un fenómeno político. Más de un millón de cubanos vieron la película, probablemente la película más vista de todos los tiempos en Cuba. Recibió numerosos premios de cine en Cuba y el extranjero.

La película es una crítica a las miras estrechas, a los aspectos doctrinarios del Partido Comunista de Cuba y la Unión de Jóvenes Comunistas en los años 70 y principios de los 80. Hace ver que la decisión de abandonar el país no es sólo por presión de Estados Unidos o debilidad personal, sino por el precio que pagó la revolución por las deficiencias y errores que ocurrieron bajo su bandera. Se menciona las injusticias de las UMAP, que raramente se habla. Los prejuicios contra los homosexuales son sometidos a una disección fulminante. La implicación clara de la película es que estas actitudes y acciones son contrarias al humanismo de la revolución. (La película se basa en la obra de teatro hecha en 1992, El lobo, el bosque y el hombre nuevo, y proviene de un relato breve escrito por Senel Paz.)

Gutiérrez, cariñosamente conocido como Titón, explicó en una entrevista con Cineaste en 1995, que escogió 1979 como época de escenario para la película porque ese año representó “el fin de una etapa histórica, porque la salida por Mariel ocurrió en 1980 y las cosas comenzaron a cambiar. El período antes de 1979 fue además la época de más represión en contra los homosexuales”.

“En ciertas etapas” de la revolución, Titón explicó, “a los homosexuales se les había prohibido cierto tipo de empleos. Se les había prohibido enseñar, por ejemplo, porque implicaba contacto con la juventud. Ahora existe mayor flexibilidad en las oportunidades de trabajo para los homosexuales. En el caso de representar a Cuba en el exterior, por ejemplo, el nombramiento de representantes se manejaba con guantes de seda cuando se trataba de homosexuales. Muchos se oponían a dar nombramientos a los homosexuales porque se los consideraba más vulnerables a escándalos y chantaje, pero las cosas son muy diferentes hoy en día para los homosexuales. Hoy, muchos homosexuales cubanos son abiertos sobre su orientación sexual. Otros no lo están —como en cualquier otro lugar— pero hay un nuevo nivel de conciencia al respecto del homosexualismo”.

En La Habana en 1994, un joven artista cubano revolucionario me contó una historia de la vez que fue a visitar a su padre, un campesino, “que era una comunista muy firme”. Aramis me dijo que se había dejado crecer el pelo hasta los hombros desde su ultima visita, algo que hasta principios de los 90 era mal visto y considerado como un símbolo de adaptación a los valores corroídos de la sociedad consumista de Occidente.“Me dijo ‘eres un maricón con el pelo así, córtatelo o te marchas de mi casa’ Recogí mi mochila y empecé a marcharme. Le dije ‘se supone que eres un comunista, que estás por la libertad, por los seres humanos. Soy tu hijo, debes de amarme, sea o no un homosexual. ¿Qué tipo de comunista eres tú? Y empecé a marcharme. No me dijo nada. Llegué a la puerta y entonces me dijo, ‘Espera. Tienes razón. Puedes quedarte, no tienes que cortarte el pelo. Tengo que pensar sobre estas cosas’. Nos abrazamos y me quedé”.

Uno pude imaginarse repetidas escenas como esa —que nos hacen recordar los dilatados conflictos familiares en Estados Unidos en los años 60 debido a la “brecha generacional”— los cuales también expresaron desacuerdos y conflictos políticos--ocurriendo en miles de familias cubanas debido a que las jóvenes generaciones se enfrentan a los viejos tabúes que conviven incómodamente con las perspectivas revolucionarias de sus padres.

Gay Cuba, una documental realizada entre EEUU y Cuba en 1994 por Sonja de Vries, trata sobre la historia y los logros de la revolución cubana como el prisma para explorar francamente la evolución del tratamiento de la homosexualidad y de los homosexuales. Examina los cambios de actitudes y la creciente aceptación de los hombres homosexuales y las lesbianas en la sociedad y cultura. Algunas entrevistas particularmente demuestran los avances: debates entre soldados, comentarios de jóvenes cubanos y la posición expresada por obreros industriales, incluyendo una fábrica cuyo secretario general del sindicato es homosexual. La Federación de Mujeres Cubanas mostró la película en La Habana.

El siguiente año, apareció el documental cubano Mariposas en el Andamio, dirigido por Margaret Gilpin y Luis Felipe Bernaza. Narra la historia de travestís cubanos de clase trabajadora, quienes se integraron en la vida de un suburbio de la Habana llamado La Guinera, y de como ellos trabajan para construir una coalición con las mujeres líderes de un brigada de construcción local, y sus actuaciones en el comedor de los trabajadores.

CONTRASTE CON ESTADOS UNIDOS

Para 1997, el número de personas diagnosticadas con VIH/SIDA en el Condado de Los Angeles fue 10 veces mayor que el número de personas diagnosticadas con VIH/SIDA en Cuba. El condado tiene una población un poquito menor a la de Cuba. Los servicios de atención médica para personas con VIH en Cuba—desde servicios externos hasta residenciales y hospicios—son gratuitos y voluntarios. La educación patrocinada por el estado, aprovecha los conocimientos de las personas con VIH para que hablen en escuelas sobre como protegerse durante el sexo y prevenir el virus.

El ambiente de polarización política que alimenta el odio ultraderechista hacia los homosexuales —como el caso del joven homosexual Matthew Shepard, quien fue torturado y asesinado a golpes en 1998 por matones en el estado de Wyoming— no existe en Cuba. Leyes que proscriben la sodomía como las que se promulgaron en Nicaragua a principios de 1990, o que se usaron para remover de su puesto y encarcelar a un ministro en Malasia, o que ya se mantienen en algunas de los estados de Estados Unidos por los tribunales superiores y venerables jueces, no existen en Cuba.

Los escuadrones de la muerte que “limpian” las ciudades de Brasil y de Colombia de “maricas” y otras supuestas lacras sociales u otros actos relacionados a la violencia contra los homosexuales, no son una parte de la realidad cubana.

En las canciones de los raperos cubanos no cantan de pegar o de matar a mujeres, “putas” y homosexuales, “maricones” como es típico en la música “gangsta rap” en Estados Unidos.

Los homosexuales y lesbianas cubanos tienen custodia de sus hijos biológicos y pueden adoptar. La posición del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba es que la homosexualidad es una expresión normal del comportamiento humano y este ha sido su enfoque desde los principios de los 90.

Frente a estos logros, Washington y los mercaderes de la iluminación cultural de Estados Unidos andan sobre cimientos poco firmes cuando condenan a Cuba de supuestas violaciones a los derechos de los homosexuales.

Los avances en Cuba confirman que para que los homosexuales y las lesbianas allí, existe un espacio mayor en donde pueden participar de los beneficios y desafíos de la vida cotidiana, más que en cualquier otro país del Tercer Mundo. Cuba es un ejemplo para las decenas de millones de hombres y mujeres homosexuales que buscan su libertad. Todavía hay muchos problemas por resolver. Cómo dijo un joven homosexual cubano que entrevisté en 1998, “¿Por qué se puede ver una película de aventura como las de Stephen Seagal en la televisión, pero nunca han pasado Fresa y Chocolate?”

LA LUCHA POR CAMBIOS RESPALDADOS POR LA REVOLUCIÓN

Más avances en Cuba serán determinados por iniciativas informadas en la defensa de la revolución. La conclusión de Tomás Gutiérrez Alea en 1984 de que el rechazo oficial de la homofobia es “un instrumento de lucha que el estado cubano ha puesto a disposición de aquellos que estén interesados en hacer suya la causa de los que son discriminados, marginados y que se les hace sufrir por prejuicios y opresión de todo tipo” es una verdad más actualizada que nunca.

Recientemente, y más a menudo y duramente, Fidel Castro y Raúl Castro han hablado sobre la necesidad de encarar la “marginalización” de los negros y las mujeres —faltas de la sociedad cubana donde la legislación sobre la igualdad ha sido insuficiente para resolver problemas reales. Este tema ha sido tratado en la prensa cubana, y por varios activistas políticos y se plantea como un desafío a las organizaciones actuales y en la formación de nuevas organizaciones. Por ejemplo, la recientemente creada Colores Cubanos, afiliada a la UNEAC, interviene por que haya un reflejo más conciente de las características multinacional, multirracial y multicultural del país en la producción nacional artística, musical, cinematográfica, televisiva y de literatura.

LA PUERTA ESTÁ ABIERTA

En una entrevista televisada nacionalmente a finales del año 2000, Raúl Castro habló sobre estos temas: “El futuro tendrá que ser uno de lucha”, dijo que todavía “hay mucho más terreno que cubrir” incluyendo, “derechos que debemos de conquistar o reconquistar. Estos están entre los principales objetivos para empezar la batalla de ideas”. La conquista y reconquista de derechos sólo se obtendrá luchando, y los resultados formarán nuevas generaciones de gente más libre, más completa y hombres y mujeres cubanos con más confianza en sí mismos. Y hay conciencia en los revolucionarios cubanos de que, el movimiento hacia adelante en su país en todas las cuestiones, está ligado a los avances mundiales en las luchas contra la opresión y la explotación. Estas, como lo atestiguan las actuales condiciones internacionales, están tomando un impulso cada vez mayor.

El enfoque de Raúl Castro se suma a los esfuerzos para ampliar las expresiones y prácticas de humanidad y liberación social, que incluye a los homosexuales. Un elemento clave que favorece el desarrollo en esta esfera ha sido la interacción de la lucha internacional por la liberación homosexual con la revolución cubana, particularmente en el ambiente más abierto que comenzó a mediados de los 80. Al mismo tiempo, los valores progresistas forjados por la lucha internacional en los años 60 y 70 contra la guerra, el racismo, la represión y la liberación de la mujer —que gestaron políticamente el movimiento de liberación homosexual— fueron fortalecidos por el ejemplo cubano de desafiar el status quo burgués imperante.

Como corresponde, todos estos cambios permitieron a algunos modificar cualquier tipo de conclusiones políticas oficiales sobre Reinaldo Arenas. En realidad, el ambiente de solidaridad de la revolución había educado a un joven del campo que estaba en la miseria antes de 1959, inspirando y desarrollando sus genuinos talentos y dones. En el caso de Arenas este es un hecho, independientemente de su posterior evolución anticomunista. Me enteré de esto por casualidad por una conversación en 1995 con un poeta cubano que estaba de gira en los Estados Unidos. Hablábamos de escritores cubanos y surgió el nombre de Reinaldo Arenas. Conociéndolo solamente por su reputación política, dije algo peyorativo. El poeta me miró detenidamente y me dijo, “sabes, no puedes entender la literatura contemporánea cubana sin leer a Reinaldo Arenas”.

A principios de los años 60, Fidel Castro declaró que la revolución cubana “debe ser una escuela de pensamiento sin restricciones”. Esa libertad sería absolutamente necesaria para la supervivencia de un pueblo libre y soberano solamente a 90 millas de los Estados Unidos. Fue un requisito básico para los nuevos hombres y mujeres que estaban aprendiendo como desarrollar una nueva nación en el laboratorio de su revolución, como defenderla y dar su solidaridad a toda lucha internacional en contra de la injusticia y la explotación, con las que se identifican incondicionalmente. La capacidad de Cuba de resistir durante cuatro décadas todo tipo de presiones diseñadas por el gobierno de Estados Unidos, sin abandonar ni un solo principio de la revolución, verifica su graduación con honores de esa escuela.

Ganar la “batalla de ideas” es el lema actual en Cuba, algo que Fidel ha declarado hace más de tres décadas, el cual mantiene toda su vitalidad original y su urgencia. En esa escuela, los revolucionarios cubanos han demostrado a todos aquellos que hacen un esfuerzo por estudiar y aprender de sus experiencias, que incluso los más profundos errores cometidos en el curso de la lucha pueden ser encarados, analizados y resueltos. Este método político solamente ha fortalecido la confianza en sí mismos de parte de los trabajadores cubanos, ayudando a preparar a las nuevas generaciones de luchadores y líderes.

Todas estas pruebas irrefutables demuestran que allí hay un proceso lleno de vida y liberador. Todos los días, la revolución cubana hace una contribución decisiva a todos las personas que luchan por un mundo justo y humano y precisamente por eso desean emularla.

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Jon Hillson es un activista político y sindicalista en Los Ángeles. Ha participado en defensa de la revolución cubana desde 1969, organizando numerosas delegaciones a Cuba, la cual ha visitado en siete ocasiones. Ha escrito extensamente sobre la revolución cubana y sobre la solidaridad con este país. En 1998, el periódico La Opinión, de Los Angeles, el diario en español de mayor circulación en Estados Unidos, publicó en primera plana su artículo sobre la lucha contra el SIDA en Cuba y la educación sexual en la isla. En los últimos diez años más de dos docenas de sus poemas han aparecido en varias publicaciones del país. La traducción de La Política Sexual de Reinaldo Arenas: Realidad, ficción y la verdadera trayectoria de la Revolución Cubana es del artículo que apareció en SeeingRed (www.SeeingRed.com). ©Seeing Red y Jon Hillson, 2001.

Se concede el permiso de reproducirlo sin fines de lucro utilizando el URL SeeingRed.com. Se puede comunicar con el autor en JonHillson@aol.com. Muchísimas gracias a los traductores: Joseph Mutti, de La Habana; Aaron Ruby y Alejandra Rincón, de Houston; Juan Villagómez, de Los Angeles.

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